Zapatos
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por Monse Arosemena
Blanco Negro: Tú tienes cara de nada. Eres un negro muy convencional… Aburrido.
Negro Negro: La personalidad de un zapato no tiene que ver con la apariencia sino con el uso.
Blanco Negro: [Agacha la punta del zapato para demostrar su preocupación] Yo tengo cara de zapato de secundaria pero no me llevan a la secundaria. Mi apariencia poco ordinaria seguro atrae más miradas que la tuya, pero no puedo hablar de uso. De eso sé muy poco.
Negro Negro: ¿Y adónde te han llevado?
Blanco Negro: Lo que hace un zapato solo lo debe saber su suela y su dueño.
Negro Negro: [Silencio] Ni modo. Me parece que eres un zapato interesante, si fuera zapato de hombre, creo que me iría contigo.
Blanco Negro: ¿Y no decías que tengo cara de zapato de secundaria?
Negro Negro: Sí, pero nunca dije que eso fuera algo malo.
Blanco Negro: Sonó así.
Negro Negro: ¿Te sacan a bailar seguido?
Blanco Negro: No, es mi primera noche. Justo porque la gente dice que tengo cara de zapato de secundaria estas piernas no se atreven sacarme. Es mi primera noche afuera.
Negro Negro: Es una noche especial entonces.
Blanco Negro: No lo sé. Creo que estas son unas malas piernas. Los otros zapatos del armario nunca cuentan nada interesante cuando llegan de la calle.
Negro Negro: Y eso qué...
Blanco Negro: Que yo debería ser quien ponga el ejemplo con una buena anécdota. [Pausa] Y a ti, ¿por lo que cuentas seguro te sacan con frecuencia?
Negro Negro: Bastante seguido, pero como tu dijiste soy un zapato negro ordinario. Esta será otra de las tantas noches ordinarias… [Suspiró.] Sin eventos extraordinarios.
Blanco Negro: La verdad yo no he pisado mucho pero soy de la idea de que los zapatos ponemos un toque. Aunque en el fondo… [los zapatos se recogen para atrás] todo depende de estos estúpidos pies y piernas, o sea, del dueño, comprardor, dígase como quiera.
Negro Negro: Ya lo he pensado y tienes razón. Eso me deja mucho que desear, quizás en un mercado de pulgas me va mejor.
Blanco Negro: [Silencio] Lo siento mucho por ti. Qué poco esperas de la vida.
Negro Negro: [Levanta ligeramente los dos tacos en un gesto que equivale a levantar los hombros] Bueno, ahora cuéntame, ¿tú de dónde eres?
Blanco Negro: [Sacudiendo la suela] Yo vengo de París, de Place Vendome.
Negro Negro: Guapo… Pues yo soy de una tienda de chinos. Ya veo que eres de los extranjeros, pero sin acento. ¿Te criaron aquí?
Blanco Negro: Ajá.
Negro Negro: Yo digo que te deberían sacar más provecho.
Blanco Negro: Ya veré después de esta noche. Es mi primera vez. Ojalá estas piernas me dejaran olvidada en alguna casa para conocer a otro par de zapatos de otras piernas que no sean estas.
Negro Negro: Yo ya he estado en otras casas, fuera de la mía. No te pierdes de mucho. Por lo general como eres del sexo pero no de la calidad apropiada te dejan arrinconado en la habitación hasta que tu dueña regresa por ti. Y eso puede tardar semanas, meses o incluso puedes no regresar nunca.
Blanco Negro: Mejor. Talvez así encuentro nuevas piernas en lugar de ir a parar a un mercado de pulgas.
Negro Negro: No te creas. Yo conozco a algunos zapatos que vienen de mercados de pulgas y me han contado que les va mejor siendo de segunda mano que de primera.
Blanco Negro: ¿Hablas en serio? ¡Qué poca dignidad! Preferiría que me arranquen la suela.
2 comentarios:
Increible el cuento, muy original.
uuuuufff Genial esto.
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