Guayaquil es una ciudad de cangrejos. Cangrejadas hay para el pelucón y para el llavesita. Pero existe un lugar donde ambos hacen parada fija. Su nombre: Ochipinti. ¿Por qué su fama? “Por la sazón, ñaño”. Entras. Te recibe la voz del inmortal Lavoe, salsa de la buena. Allá no hay lujos, uno va a comer. Ellos ponen la mesa y la silla, tú pones el hambre. Y prepárate porque ahí desfilan las patas más gordas y sabrosas que probarás. Es vox populi que cuando uno visita Ochipinti, volver es indispensable.
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+Lugar: Los Ríos y Pedro Pablo Gómez
+Atención: De lunes a sábado desde las 15h30,
domingos desde las 12h00
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